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Por Carlos Alberto Berrueta

El pasado martes 14 se apagó la vida don Antonio Patitucci,
Antonio, » a secas» como a él le gustaba que lo llamasen, sin dudas «Un grande»,
una de esas personas que se formaron en la «Universidad de la Vida» con valores
y actitudes dignas de envidiar, con conocimientos, honestidad y bonhomía
envidiables.
Estrechamente vinculado a la molineria desde su juventud,
en el sector Compras de Molinos Rio de la Plata, allá en el recordado edificio de
Paseo Colon 746, donde hizo sus primeras armas y fruto de su capacidad fue
ascendiendo y llegó a desempeñarse con total solvencia durante muchos años,
luego de su retiro de dicha empresa a mediados de la década del noventa se
dedicó a la venta de telas de cernir e insumos afines a la industria molinera
recorriendo con su delicado sentido del trato personal, su hablar pausado, su
sonrisa franca y un gran bagaje de conocimientos los distintos molinos del país.
Los que tuvimos la suerte de ser primero sus compañeros de
trabajo durante muchos años, y luego sus potenciales clientes cuando los caminos
de la vida nos llevaron por distintos rumbos, supimos de su Amistad sincera y
desinteresada, su honestidad como persona de conducta intachable, del
compromiso con su barrio, con el club, en su querida Avellaneda y el orgullo
inconmensurable que le proporcionaba su familia, a la que sin dudas amaba por
sobre todas las cosas , sin olvidar su pasión por la colombofilia, sus palomas, cuyo
cuidado era parte de su quehacer diario y tema obligado en sus conversaciones
cuando el interlocutor era entendido en el tema.
Deja Antonio un legado valioso en su gran familia, a quienes
desde este medio hacemos llegar nuestras más sentidas condolencias.
Parafraseando al gran cantautor Alberto Cortez, Antonio…. DEJA UN ESPACIO VACIO…., (Que difícilmente pueda ser llenado en plenitud con
la llegada de otro amigo con sus quilates y valía).

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